Su mirada es algo frágil. Cristalina. Lleva los ojos delineados sutilmente. Sus pómulos levemente rosados, y el cabello marcado como una muñeca apenas salida de su caja. Y eso que viene de ensayar... “Mirá, me agarrás con una facha...”, suelta Zaira, la chica que estuvo en boca de todos. Cortó con Diego Forlán a cuarenta días del casamiento, y conquistó toda la tinta dispuesta a imprimir su nombre. Hace dos meses que está soltera, y aún no cae del todo: “¿Ya pasaron dos meses?”. Es lógico. Tiene veintidós y ya sintió el mal gusto de la desilusión. Está más madura, o como ella prefiere decir: “Me hice mujer y crecí de golpe”.
En la puerta de su nuevo departamento en Palermo, donde el jueves durmió por primera vez, nos recibe una alfombra con un enorme corazón colorado. La Susanita que dice llevar dentro suyo, pase lo que pase, está por todos lados. Aparece en la deco, que es toda rosa. Desde la heladera bien años cincuenta, hasta las agarraderas y la manta con feroces vaqueros con la que se tapa cuando se tira a mirar tele. “Estamos inaugurando departamento con esta nota”, anuncia la modelo de Multitalent, bien custodiada por su inseparable perrita Morena (a quien acaricia permanentemente durante la charla) y por una de sus mejores amigas y sostén fundamental, Valeria Colángelo. Y si bien todo parece estar en su lugar, debajo de la escalera, esa que nos lleva a su dormitorio, aún la escoltan tres valijas llenas de ropa. Aunque no toda la ropa: todavía tiene que viajar a España y tomar lo que es suyo. Las pruebas de una nueva vida, que ella decidió enfrentar. Y otra, que dejó atrás. Y que se atreve a contar por primera vez en esta charla íntima con GENTE. El amor que no fue, su desilusión, el llanto, el duelo, la resignación, y luego, sí, la aceptación.
–¿Cómo viviste tus primeros meses de soledad?
–La verdad, no me di cuenta de que estaba soltera. Fue como que todo pasó muy rápido. Los viví con muchos consejos de la gente que me quiere. Me decían: “A la primera semana no lo vas a poder creer, a los diez días vas a llorar”. Evidentemente hay algo que se va cumpliendo así. Porque en los primeros días estuve muy sorprendida, muy angustiada, y después fui tomando conciencia de lo que viví.
–¿Cuál fue la estrategia de contención para reponerte de la tristeza de la ruptura?
–Por empezar, no estuve un minuto sola. Me rodeé de esas personas que necesitás en los momentos difíciles de la vida: mis mejores amigas, mi mamá, mi papá, mi hermana, mis abuelos, mis representantes Willy y Paul García Navarro. Me encerré en la gente que me conoce de toda la vida, a quienes necesitaba explicarles cosas.
–Pero la que necesitaba una explicación eras vos.
–Sí, no entendía nada. Pero estar rodeada de los que realmente quiero era una forma de recibir explicaciones. Me ayudaba estar con mi mamá o mi papá, que tienen más experiencia en deslices o momentos en los que uno está mejor o peor.
–¿Pasaste por las etapas del por qué, el llanto, la resignación y la aceptación, que pasamos todos?
–Sí. Y creo que la primera semana no me pregunté el porqué, pero no caía. “La verdad, no lo puedo creer”, pienso que lo dije veinticinco mil veces. Más que nada tiene que ver con lo mediático que se hizo todo. Entiendo que mi carrera y mis contratos estén expuestos, porque es de lo que vivo. Si estás de novia con alguien tan conocido quizás la relación también esté en la mirada de todos. Pero acá se expusieron demasiado los sentimientos. Eso es tremendo. La gente se preguntaba si estaba llorando o sufriendo, qué iba a ser de mí. La verdad, me duele no poder tener el duelo que puede vivir una chica en cualquier relación normal.
–¿Pudiste hacer el duelo?
–No tuve el tiempo que necesitaba. Es algo que se está dando más ahora. Cuando pasó, estaba el caos de prender la tele y ver mi historia repetida mil veces, en todo tipo de versiones. Yo tenía que desprenderme de eso, y por suerte estaba con un montón de trabajo. Hasta hice un catálogo de novias cinco días después de la ruptura... Pero trabajar me ayudó a no escuchar todo lo que se decía.
–¿Te lastimó todo lo que se dijo?
–Sí. Se dijeron millones de cosas que me lastimaban a mí y a él. Sentí que se derrumbaban los valores y todas las cosas que construimos en nuestro noviazgo. Y que eso lo hacía gente que no conocía la relación, ni las causas de lo que había pasado. Pero ¿cómo les explicás que ahora es un momento nuestro, pero que cuando estábamos bien era un momento de todos? Entonces lo entiendo por un lado, pero me duele igual.
–Si tuvieras que explicar, para que no te pregunten más, por qué se terminó la relación cuarenta días antes de casarte, ¿qué dirías?
–Y... no sé. Nosotros teníamos una relación hermosa de tres años, pero no era un noviazgo normal de dos personas que se iban a casar. Acá yo dejaba demasiadas cosas... y se sumaron muchos miedos que uno va viviendo sobre la marcha. Sobre la convivencia nos dimos cuenta de muchas cosas de pareja, íntimas, normales en el día a día no eran como esperabamos.Fue bueno verlas cuarenta días antes de casarnos, y no cuarenta días después. Me di cuenta de que no conoces a alguien viajando de un lado para el otro, yendo y viniendo.
–Ahí lo planteás como una decisión tuya. Y según lo que dijo Diego, él puso fin...
–Yo te hablo por mí, porque la nota es a mí. Pero el “quién dejó a quién” es realmente algo muy íntimo, y es muy de niños decir “fui yo o fue él”. La decisión estuvo en nosotros, y en una pareja ambos hacen algo para que se rompa. No es que de repente uno dice “listo, me dejó”. Siempre hay algo.
–¿Te molestó que él dijera “fui yo quien decidió cortar la relación”?
–No, porque los dos sabemos muy bien cómo fueron las cosas. No importa quién dejó a quién, no sirve dar explicaciones sobre eso, ni quiero hacerlo.
–¿Vos lo seguís queriendo?
–Sí, obviamente. Uno no deja de querer a una persona de un día para el otro.
–¿Y amando?
–No sé. Lo aprecio muchísimo...
–Esa es una expresión que uno usa con las tías...
–Bueno... imaginate que me iba a casar en cuarenta días.
–El 30 te estarías casando.
–Sí, lo sé. Sería ilógico que te dijera que lo dejé de querer. Pero obviamente que uno trata de resguardarse y resguardar los sentimientos. Y la angustia, la desilusión y la decepción te ayudan a olvidar.
–Bueno, la desilusión es como un paliativo, un placebo.
–Total. No te das cuenta. Yo creo que en esta situación no me doy cuenta de mis sentimientos porque estoy resguardada en otro lugar. Estoy en el lugar de olvidarme, de seguir adelante y estar feliz.
–Y cuando escribiste en Twitter “menos mal que no me casé”, ¿seguís creyendo que te salvaste de un montón de cosas?
–Yo no tuve tiempo de pensar. Fue una reacción instantánea. Yo tengo el Twitter en el teléfono, y fue como mandarle un mensaje de texto a una amiga. No te digo que me arrepiento ni que lo volvería a hacer, pero fue una reacción de una chica de 22 años; estaba sorprendida, con bronca, no lo podía creer... Y cuando están en juego las emociones creo que es muy difícil controlar las acciones.
–Ante la primera duda de “qué hago”, vos lo hablaste con tus padres en el bautismo de tu sobrino. Ahí se encerraron en un cuarto en la casa de Wanda y los cuatro hablaron durante dos horas, ¿verdad?
–Tal cual. Y la decisión fue mía. Ellos no me dijeron qué hacer. Y ahí está: aprendí que la última palabra la tiene siempre uno. Mi familia siempre me dijo que me iba a apoyar en lo que yo quisiera y en lo que me hiciera feliz.
–Se habla de unas cartas que le mandaron a tu abuelo, provenientes de Milán, y que habrían sido muy fuertes para vos. ¿Qué decían esas cartas?
–No quiero hablar de esto, ni de otras cosas que se dijeron, porque no me interesa que se arme un rompecabezas de mi relación ni de mi historia con Diego. Muchas cosas que se dijeron no son ciertas. El nudo de lo que pasó lo sabemos nosotros dos, y es lo único que importa. Mi proceso hoy es olvidarme de las cosas malas, porque quiero tener un lindo recuerdo.
–Entiendo que te quieras quedar con lo lindo, pero no es tan simple, ¿no?
–Obviamente. Si a cuarenta días de casarme lo suspendemos con todo lo que implica un casamiento, claro que se derrumba una tremenda ilusión que tenés. Trato de llevarla, y soy una persona positiva. Me podría haber acostado a llorar en un sillón y siempre trato de pensar que yo tenía en mi mente este proyecto de vida, que era casarme y dejar todo por la persona que amaba. Bueno, hoy mi proyecto de vida cambió. Con 22 años lo mejor que puedo hacer es dedicarme a mis sueños personales. Y estoy feliz y orgullosa de poder trabajar y de que hoy mi camino sea éste.
–¿Qué rescatás de la relación?
–Tengo recuerdos re lindos, y nada de qué quejarme. La verdad, no me arrepiento de nada. Soy una persona que valora mucho las decisiones que toma. Lo conocí a Diego con 19 años recién cumplidos, y desde el primer momento sabía que iba a ser una relación complicada con una persona que vivía afuera. No tengo nada que reprochar. El siempre se portó conmigo diez puntos.
–¿Sentís miedo en entregarte otra vez?
–Es miedo a todo. En el futuro quiero no quemar más etapas. Vivir el día a día, y vivir el hoy. Yo siempre fui muy honesta, algo que a la larga es lo que funciona. Te ayuda a no arrepentirte después.
–¿Te genera un poco de rechazo la idea de volver a estar con alguien?
–No, pero hoy no tengo ganas. En mi cabeza sólo tengo la idea y la decisión de estar bien yo.
–¿Qué condiciones debería tener un hombre para conquistarte hoy?
–Tengo todo tan desvirtuado, que es como que no puedo ni pensarlo. Me decís “armame un estereotipo de hombre” y no tengo idea. Tampoco tengo ganas de encontrar a esa persona hoy.
–¿No podés soñar al hombre de tu vida?
–No, creo que la vida me va a sorprender. No estoy cerrada a nada, pero tampoco estoy abierta. Hoy estoy como en una transición.
–¿Creés en el amor para toda la vida?
–Sí. O sea... si... (risa nerviosa) Mmm... Creo que sí.
–Te escuchás y no lo creés, decí la verdad...
–Estoy pensando. Pará. ¿Cuál fue la pregunta? ¿Si creo en el amor para siempre? Hoy ese amor lo tengo en mi persona y en mis amigas, mi trabajo, mi familia. Yo creí que era para siempre y no fue. Pero... sí, obvio que creo en eso, y es lo más lindo que puede existir.
–¿Qué aprendiste de lo que te pasó?
–Aprendí a ser fuerte, a ser mujer, a darme cuenta que no soy una nena. Que los temas del corazón mamá y papá no los resuelven, y por más compañía y contención que tengas, ahí las decisiones las tomé yo.
En la puerta de su nuevo departamento en Palermo, donde el jueves durmió por primera vez, nos recibe una alfombra con un enorme corazón colorado. La Susanita que dice llevar dentro suyo, pase lo que pase, está por todos lados. Aparece en la deco, que es toda rosa. Desde la heladera bien años cincuenta, hasta las agarraderas y la manta con feroces vaqueros con la que se tapa cuando se tira a mirar tele. “Estamos inaugurando departamento con esta nota”, anuncia la modelo de Multitalent, bien custodiada por su inseparable perrita Morena (a quien acaricia permanentemente durante la charla) y por una de sus mejores amigas y sostén fundamental, Valeria Colángelo. Y si bien todo parece estar en su lugar, debajo de la escalera, esa que nos lleva a su dormitorio, aún la escoltan tres valijas llenas de ropa. Aunque no toda la ropa: todavía tiene que viajar a España y tomar lo que es suyo. Las pruebas de una nueva vida, que ella decidió enfrentar. Y otra, que dejó atrás. Y que se atreve a contar por primera vez en esta charla íntima con GENTE. El amor que no fue, su desilusión, el llanto, el duelo, la resignación, y luego, sí, la aceptación.
–¿Cómo viviste tus primeros meses de soledad?
–La verdad, no me di cuenta de que estaba soltera. Fue como que todo pasó muy rápido. Los viví con muchos consejos de la gente que me quiere. Me decían: “A la primera semana no lo vas a poder creer, a los diez días vas a llorar”. Evidentemente hay algo que se va cumpliendo así. Porque en los primeros días estuve muy sorprendida, muy angustiada, y después fui tomando conciencia de lo que viví.
–¿Cuál fue la estrategia de contención para reponerte de la tristeza de la ruptura?
–Por empezar, no estuve un minuto sola. Me rodeé de esas personas que necesitás en los momentos difíciles de la vida: mis mejores amigas, mi mamá, mi papá, mi hermana, mis abuelos, mis representantes Willy y Paul García Navarro. Me encerré en la gente que me conoce de toda la vida, a quienes necesitaba explicarles cosas.
–Pero la que necesitaba una explicación eras vos.
–Sí, no entendía nada. Pero estar rodeada de los que realmente quiero era una forma de recibir explicaciones. Me ayudaba estar con mi mamá o mi papá, que tienen más experiencia en deslices o momentos en los que uno está mejor o peor.
–¿Pasaste por las etapas del por qué, el llanto, la resignación y la aceptación, que pasamos todos?
–Sí. Y creo que la primera semana no me pregunté el porqué, pero no caía. “La verdad, no lo puedo creer”, pienso que lo dije veinticinco mil veces. Más que nada tiene que ver con lo mediático que se hizo todo. Entiendo que mi carrera y mis contratos estén expuestos, porque es de lo que vivo. Si estás de novia con alguien tan conocido quizás la relación también esté en la mirada de todos. Pero acá se expusieron demasiado los sentimientos. Eso es tremendo. La gente se preguntaba si estaba llorando o sufriendo, qué iba a ser de mí. La verdad, me duele no poder tener el duelo que puede vivir una chica en cualquier relación normal.
–¿Pudiste hacer el duelo?
–No tuve el tiempo que necesitaba. Es algo que se está dando más ahora. Cuando pasó, estaba el caos de prender la tele y ver mi historia repetida mil veces, en todo tipo de versiones. Yo tenía que desprenderme de eso, y por suerte estaba con un montón de trabajo. Hasta hice un catálogo de novias cinco días después de la ruptura... Pero trabajar me ayudó a no escuchar todo lo que se decía.
–¿Te lastimó todo lo que se dijo?
–Sí. Se dijeron millones de cosas que me lastimaban a mí y a él. Sentí que se derrumbaban los valores y todas las cosas que construimos en nuestro noviazgo. Y que eso lo hacía gente que no conocía la relación, ni las causas de lo que había pasado. Pero ¿cómo les explicás que ahora es un momento nuestro, pero que cuando estábamos bien era un momento de todos? Entonces lo entiendo por un lado, pero me duele igual.
–Si tuvieras que explicar, para que no te pregunten más, por qué se terminó la relación cuarenta días antes de casarte, ¿qué dirías?
–Y... no sé. Nosotros teníamos una relación hermosa de tres años, pero no era un noviazgo normal de dos personas que se iban a casar. Acá yo dejaba demasiadas cosas... y se sumaron muchos miedos que uno va viviendo sobre la marcha. Sobre la convivencia nos dimos cuenta de muchas cosas de pareja, íntimas, normales en el día a día no eran como esperabamos.Fue bueno verlas cuarenta días antes de casarnos, y no cuarenta días después. Me di cuenta de que no conoces a alguien viajando de un lado para el otro, yendo y viniendo.
–Ahí lo planteás como una decisión tuya. Y según lo que dijo Diego, él puso fin...
–Yo te hablo por mí, porque la nota es a mí. Pero el “quién dejó a quién” es realmente algo muy íntimo, y es muy de niños decir “fui yo o fue él”. La decisión estuvo en nosotros, y en una pareja ambos hacen algo para que se rompa. No es que de repente uno dice “listo, me dejó”. Siempre hay algo.
–¿Te molestó que él dijera “fui yo quien decidió cortar la relación”?
–No, porque los dos sabemos muy bien cómo fueron las cosas. No importa quién dejó a quién, no sirve dar explicaciones sobre eso, ni quiero hacerlo.
–¿Vos lo seguís queriendo?
–Sí, obviamente. Uno no deja de querer a una persona de un día para el otro.
–¿Y amando?
–No sé. Lo aprecio muchísimo...
–Esa es una expresión que uno usa con las tías...
–Bueno... imaginate que me iba a casar en cuarenta días.
–El 30 te estarías casando.
–Sí, lo sé. Sería ilógico que te dijera que lo dejé de querer. Pero obviamente que uno trata de resguardarse y resguardar los sentimientos. Y la angustia, la desilusión y la decepción te ayudan a olvidar.
–Bueno, la desilusión es como un paliativo, un placebo.
–Total. No te das cuenta. Yo creo que en esta situación no me doy cuenta de mis sentimientos porque estoy resguardada en otro lugar. Estoy en el lugar de olvidarme, de seguir adelante y estar feliz.
–Y cuando escribiste en Twitter “menos mal que no me casé”, ¿seguís creyendo que te salvaste de un montón de cosas?
–Yo no tuve tiempo de pensar. Fue una reacción instantánea. Yo tengo el Twitter en el teléfono, y fue como mandarle un mensaje de texto a una amiga. No te digo que me arrepiento ni que lo volvería a hacer, pero fue una reacción de una chica de 22 años; estaba sorprendida, con bronca, no lo podía creer... Y cuando están en juego las emociones creo que es muy difícil controlar las acciones.
–Ante la primera duda de “qué hago”, vos lo hablaste con tus padres en el bautismo de tu sobrino. Ahí se encerraron en un cuarto en la casa de Wanda y los cuatro hablaron durante dos horas, ¿verdad?
–Tal cual. Y la decisión fue mía. Ellos no me dijeron qué hacer. Y ahí está: aprendí que la última palabra la tiene siempre uno. Mi familia siempre me dijo que me iba a apoyar en lo que yo quisiera y en lo que me hiciera feliz.
–Se habla de unas cartas que le mandaron a tu abuelo, provenientes de Milán, y que habrían sido muy fuertes para vos. ¿Qué decían esas cartas?
–No quiero hablar de esto, ni de otras cosas que se dijeron, porque no me interesa que se arme un rompecabezas de mi relación ni de mi historia con Diego. Muchas cosas que se dijeron no son ciertas. El nudo de lo que pasó lo sabemos nosotros dos, y es lo único que importa. Mi proceso hoy es olvidarme de las cosas malas, porque quiero tener un lindo recuerdo.
–Entiendo que te quieras quedar con lo lindo, pero no es tan simple, ¿no?
–Obviamente. Si a cuarenta días de casarme lo suspendemos con todo lo que implica un casamiento, claro que se derrumba una tremenda ilusión que tenés. Trato de llevarla, y soy una persona positiva. Me podría haber acostado a llorar en un sillón y siempre trato de pensar que yo tenía en mi mente este proyecto de vida, que era casarme y dejar todo por la persona que amaba. Bueno, hoy mi proyecto de vida cambió. Con 22 años lo mejor que puedo hacer es dedicarme a mis sueños personales. Y estoy feliz y orgullosa de poder trabajar y de que hoy mi camino sea éste.
–¿Qué rescatás de la relación?
–Tengo recuerdos re lindos, y nada de qué quejarme. La verdad, no me arrepiento de nada. Soy una persona que valora mucho las decisiones que toma. Lo conocí a Diego con 19 años recién cumplidos, y desde el primer momento sabía que iba a ser una relación complicada con una persona que vivía afuera. No tengo nada que reprochar. El siempre se portó conmigo diez puntos.
–¿Sentís miedo en entregarte otra vez?
–Es miedo a todo. En el futuro quiero no quemar más etapas. Vivir el día a día, y vivir el hoy. Yo siempre fui muy honesta, algo que a la larga es lo que funciona. Te ayuda a no arrepentirte después.
–¿Te genera un poco de rechazo la idea de volver a estar con alguien?
–No, pero hoy no tengo ganas. En mi cabeza sólo tengo la idea y la decisión de estar bien yo.
–¿Qué condiciones debería tener un hombre para conquistarte hoy?
–Tengo todo tan desvirtuado, que es como que no puedo ni pensarlo. Me decís “armame un estereotipo de hombre” y no tengo idea. Tampoco tengo ganas de encontrar a esa persona hoy.
–¿No podés soñar al hombre de tu vida?
–No, creo que la vida me va a sorprender. No estoy cerrada a nada, pero tampoco estoy abierta. Hoy estoy como en una transición.
–¿Creés en el amor para toda la vida?
–Sí. O sea... si... (risa nerviosa) Mmm... Creo que sí.
–Te escuchás y no lo creés, decí la verdad...
–Estoy pensando. Pará. ¿Cuál fue la pregunta? ¿Si creo en el amor para siempre? Hoy ese amor lo tengo en mi persona y en mis amigas, mi trabajo, mi familia. Yo creí que era para siempre y no fue. Pero... sí, obvio que creo en eso, y es lo más lindo que puede existir.
–¿Qué aprendiste de lo que te pasó?
–Aprendí a ser fuerte, a ser mujer, a darme cuenta que no soy una nena. Que los temas del corazón mamá y papá no los resuelven, y por más compañía y contención que tengas, ahí las decisiones las tomé yo.
–No es fácil olvidar un gran amor.
–No se. Te lo voy a poder contestar de acá a un año.
–Para vos debe ser más difícil sacártelo de la cabeza: lo tuviste todos los días en la tele con la Copa América. No es como con un novio cualquiera.
–Se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío. Quizás sea mejor que yo lo pueda ver en la tele, o abrir un diario y que aparezca una nota de él. Porque vas tomando conciencia, y sí, es madurar de golpe. Prefiero que sea todo de golpe, y no volverlo a ver en dos años y darme cuenta que lo extrañaba. Obviamente, no leo sus notas, porque no es el momento. Igual, es lo que haría cualquier chica con un ex novio; sólo que a ella le toca pensar si va a borrarlo de Facebook o no.
–¿Viste los partidos de Uruguay en la tele?
–El partido con Argentina no lo evité. Estaba con todas mis amigas, que querían verlo, y lo hicimos. No guardo rencor como para decir “tiro todo”.
–¿Te pone contenta que a Diego le vaya tan bien?
–Soy argentina. Me hubiera gustado que nos vaya bien a nosotros, pero mi sentimiento hacia los uruguayos y hacia él es siempre el mismo: los quiero y es un país que yo adoro. No voy a dejar de querer al Uruguay por haberme separado de él. Me parece que ganaron en buena ley y porque realmente se lo merecen.
–¿Lo de las banderas en las canchas, y que le gritaran “cornudo”, te dio un poco de gracia, te molestó?
–Imaginate que no me puede dar gracia ninguna agresión hacia una persona con la que estuve tres años. No soy de las que tienen bronca y dicen “ay, qué bueno, lo están matando”.
–Vos sabés que se tiraron rumores muy fuertes sobre la sexualidad de Diego, que fueron terribles.
–La verdad es que con Diego no hablé de esos temas. No me gusta tocarlos, porque es como darles cabida a las personas que dijeron todas esas horribles mentiras. Este es un ambiente muy lindo cuando todo está bien, ¡pero vende tanto más lo malo...! Tuve una relación hermosa y Diego se comportó siempre perfecto conmigo. Fue una persona maravillosa y no tengo nada qué decir.
–¿No te dolió que Diego haya estado con una chica en un boliche a la semana de haber roto con vos?
–Nah. Yo creo que cuando uno vive estas situaciones está dolido, y no hay relación de tres años que no lleve un duelo. El duelo lo podés tener antes o después, pero siempre lo vas a vivir. Pero hay muchos asesores y gente que te rodea... gracias a Dios yo supe rodearme. No sé si él supo. Ojalá que sí. Al menos sé que todos sus amigos son buenísimos y los quiero mucho. Pero, a veces, cuando uno esta desbordado pide asesoramiento y abre el juego a personas que no tienen idea de cómo era la relación ni cómo manejarse.
–También mucha gente se preguntó cómo hiciste para estar espléndida y divina tan pronto en la tele.
–Mirá, si la gente me ve llorando, va a decir, “mirá cómo llora, se victimiza”. Yo voy a tratar de que la personas que no me conocen nunca me vean llorando. A mí me gusta que me vean así mi mejor amiga, mi mamá o mi hermana. Pero mi trabajo es estar bien y sonreír. No puedo ir a conducir La cocina del show y llorar. Yo vendo mi personaje. Además, a Diego nadie le pidió que dejara de hacer goles ni de jugar... ¿Por qué esperaban que yo dejara de trabajar o que me quedara en casa? Trabajar para mí, o jugar al fútbol para Diego, no es sinónimo de que no hagamos nuestro duelo.
–Otra pálida: algunos empezaron a decir que estabas con él por interés, y que no te gustó que te haya pedido un contrato prematrimonial.
–Quedate tranquila, que no hay precontrato que se resuelva a cuarenta días de casarse; son temas que se tocan mucho antes. Estaba hablado y aceptado: no fue una causa de la separación. Estaba enamorada y no me importaba nada. Estaríamos hablando de eso si yo fuera una persona interesada.
–Te hubieras casado y separado...
–Totalmente. Hay millones de parejas que se casan y se separan. Pero yo no quería ser una divorciada. Gracias a Dios, no me casé por Iglesia ni hubo hijos de por medio; fue mucho más tranquilo todo. Y además, ¿interesada qué? Hace tres años dediqué el cien por ciento de mi vida a Diego porque lo amaba, no por interés. Y para mí eso estaba bien, porque en ese sentido soy muy Susanita: creo que la que debe ceder es la mujer. Pero yo a mí mamá no le diría “interesada” porque dejó de trabajar para formar una familia hermosa.
–¿No sentís que con Diego tienen explicaciones pendientes para darse?
–Si hay que hacerlo, se van a cerrar entre nosotros mismos y nunca nadie se va a enterar. Puede ser que haya muchas cosas que me pregunte, pero la verdad que prefiero detenerme en el futuro y en los buenos momentos que vivimos juntos, y no en las explicaciones.
–¿Entonces no hay vuelta atrás con él?
–Tampoco es algo que yo te pueda decir “no hay vuelta atrás”. En su momento dije que nunca estaría con un jugador de fútbol, porque mi hermana se había casado con uno, con Maxi... y bueno, casi me caso con un jugador. Con el diario de mañana, todos podemos hablar. Yo tampoco podía creer que no me iba a casar. No sé lo que puede pasar . Hoy sé que no. Pero ya no digo “nunca”.
–¿Los Nara y los Forlán se quieren?
–Eran dos familias que se iban a unir, así que obviamente que se quieren. Más allá de eso, mi familia siempre va a querer lo mejor para mí, y la familia de Diego va a querer que él esté bien. Es entendible que mientras la relación está bien, esté todo bárbaro en el plano familiar, y cuando todo está mal y ven que se dicen tantas cosas, ellos quieran cuidar a Diego, y mi familia cuidarme a mí.
–¿No te sorprendió que el padre de Diego haya salido a hablar de la ruptura?
–No. Yo pase muchísimo tiempo en Madrid con el papá de Diego, y diez amigos del papá de Diego viviendo en casa. Y lo conozco como a mi papá. Sé que es buen padre y quiere defender a un hijo. Pero él no lo defendió contra mí. Lo salió a defender contra lo que la prensa decía.
–Sin embargo, dijo que no lo habían invitado...
–Las invitaciones no se había repartido. El y su familia, como la mía, eran parte de la organización. El sabía y estaba al tanto del casamiento. Así que imagino que son cosas que se dicen con nervios, qué sé yo.
–Todavía tenés el vestido de novia guardado en una caja en la casa de tu hermana. ¿No tenés ganas de tirarlo como haría cualquier chica?
–No. La verdad es que no le guardo rencor a él, y tampoco le guardo rencor a un vestido que elegí para un momento unico en mi vida. Lo guardo como algo especial para mí. Jamás pensé qué hacer con el vestido.
–¿No pensaste en subastarlo? ¿Nada?
–No. También me ofrecieron cien mil cosas: subastarlo, rifarlo, etc. Pero yo no quiero hoy pensar en eso: quiero dar vuelta la página. Quiero reconstruirme como cualquier chica a la que le pasó esto. Así que no me hace bien ponerme a hablar del vestido. O de los anillos. Hay cosas que pasaron porque tenían que pasar y punto.
–¿Y tus álbumes de fotos con Diego, dónde quedaron?
–Con todo esto de Internet no es que uno imprime cien mil fotos. Me estoy mudando y obviamente uno muda lo necesario. No es que abro la puerta de mi cuarto y hay fotos. Muchas cosas quedaron en España. No voy a ir a buscarlas, voy a pedir que me las manden, pero no ahora. Y tampoco me interesa tanto: era sólo ropa.
–Estás a una semana del que sería tu boda, y vas a reemplazar a tu hermana en el Bailando. ¿Cómo cambiás el switch de la cabeza?
–Debería estar arreglando detalles de mi casamiento y estoy ensayando cumbia con Pier Fritzsche. Si me detengo a pensar en la fecha, que hoy tendría que degustar esto, o mañana hubiera probado tal cosa, no da. Dejé la relación con todo lo que eso implica. Por eso, de acá en adelante, no importan las cosas que iban a estar pasando. Encima, el tema que nos toca bailar es Fuiste mi vida, fuiste mi pasión, de Gilda. ¡Muy fuerte! Era el tema que tenía Wanda. Pero tomé una responsabilidad y voy a bailar con todo lo que eso implica. Si me decís si miro la fecha todos los días, no. Obvio que soy consciente...
–¿Y cómo hiciste catarsis con tus mejores amigas?
–Fue fuerte cuando les conté que me casaba. También fue fuerte cuando les conté que iban a ser todas mis damas de honor. Y cuando les conté que habíamos roto... imaginate. A alguna la habré llamado llorando, a otra le habré pedido que venga a casa... Son situaciones feas, horribles, y lo mejor con esto es cerrar el tema.
–¿Tuviste que amordazar a Wanda para que no saliera a hablar?
–Wanda hizo lo mejor que pudo y no la tuve que amordazar. Dijo lo que ella creía que para mí era lo mejor.
–No se. Te lo voy a poder contestar de acá a un año.
–Para vos debe ser más difícil sacártelo de la cabeza: lo tuviste todos los días en la tele con la Copa América. No es como con un novio cualquiera.
–Se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío. Quizás sea mejor que yo lo pueda ver en la tele, o abrir un diario y que aparezca una nota de él. Porque vas tomando conciencia, y sí, es madurar de golpe. Prefiero que sea todo de golpe, y no volverlo a ver en dos años y darme cuenta que lo extrañaba. Obviamente, no leo sus notas, porque no es el momento. Igual, es lo que haría cualquier chica con un ex novio; sólo que a ella le toca pensar si va a borrarlo de Facebook o no.
–¿Viste los partidos de Uruguay en la tele?
–El partido con Argentina no lo evité. Estaba con todas mis amigas, que querían verlo, y lo hicimos. No guardo rencor como para decir “tiro todo”.
–¿Te pone contenta que a Diego le vaya tan bien?
–Soy argentina. Me hubiera gustado que nos vaya bien a nosotros, pero mi sentimiento hacia los uruguayos y hacia él es siempre el mismo: los quiero y es un país que yo adoro. No voy a dejar de querer al Uruguay por haberme separado de él. Me parece que ganaron en buena ley y porque realmente se lo merecen.
–¿Lo de las banderas en las canchas, y que le gritaran “cornudo”, te dio un poco de gracia, te molestó?
–Imaginate que no me puede dar gracia ninguna agresión hacia una persona con la que estuve tres años. No soy de las que tienen bronca y dicen “ay, qué bueno, lo están matando”.
–Vos sabés que se tiraron rumores muy fuertes sobre la sexualidad de Diego, que fueron terribles.
–La verdad es que con Diego no hablé de esos temas. No me gusta tocarlos, porque es como darles cabida a las personas que dijeron todas esas horribles mentiras. Este es un ambiente muy lindo cuando todo está bien, ¡pero vende tanto más lo malo...! Tuve una relación hermosa y Diego se comportó siempre perfecto conmigo. Fue una persona maravillosa y no tengo nada qué decir.
–¿No te dolió que Diego haya estado con una chica en un boliche a la semana de haber roto con vos?
–Nah. Yo creo que cuando uno vive estas situaciones está dolido, y no hay relación de tres años que no lleve un duelo. El duelo lo podés tener antes o después, pero siempre lo vas a vivir. Pero hay muchos asesores y gente que te rodea... gracias a Dios yo supe rodearme. No sé si él supo. Ojalá que sí. Al menos sé que todos sus amigos son buenísimos y los quiero mucho. Pero, a veces, cuando uno esta desbordado pide asesoramiento y abre el juego a personas que no tienen idea de cómo era la relación ni cómo manejarse.
–También mucha gente se preguntó cómo hiciste para estar espléndida y divina tan pronto en la tele.
–Mirá, si la gente me ve llorando, va a decir, “mirá cómo llora, se victimiza”. Yo voy a tratar de que la personas que no me conocen nunca me vean llorando. A mí me gusta que me vean así mi mejor amiga, mi mamá o mi hermana. Pero mi trabajo es estar bien y sonreír. No puedo ir a conducir La cocina del show y llorar. Yo vendo mi personaje. Además, a Diego nadie le pidió que dejara de hacer goles ni de jugar... ¿Por qué esperaban que yo dejara de trabajar o que me quedara en casa? Trabajar para mí, o jugar al fútbol para Diego, no es sinónimo de que no hagamos nuestro duelo.
–Otra pálida: algunos empezaron a decir que estabas con él por interés, y que no te gustó que te haya pedido un contrato prematrimonial.
–Quedate tranquila, que no hay precontrato que se resuelva a cuarenta días de casarse; son temas que se tocan mucho antes. Estaba hablado y aceptado: no fue una causa de la separación. Estaba enamorada y no me importaba nada. Estaríamos hablando de eso si yo fuera una persona interesada.
–Te hubieras casado y separado...
–Totalmente. Hay millones de parejas que se casan y se separan. Pero yo no quería ser una divorciada. Gracias a Dios, no me casé por Iglesia ni hubo hijos de por medio; fue mucho más tranquilo todo. Y además, ¿interesada qué? Hace tres años dediqué el cien por ciento de mi vida a Diego porque lo amaba, no por interés. Y para mí eso estaba bien, porque en ese sentido soy muy Susanita: creo que la que debe ceder es la mujer. Pero yo a mí mamá no le diría “interesada” porque dejó de trabajar para formar una familia hermosa.
–¿No sentís que con Diego tienen explicaciones pendientes para darse?
–Si hay que hacerlo, se van a cerrar entre nosotros mismos y nunca nadie se va a enterar. Puede ser que haya muchas cosas que me pregunte, pero la verdad que prefiero detenerme en el futuro y en los buenos momentos que vivimos juntos, y no en las explicaciones.
–¿Entonces no hay vuelta atrás con él?
–Tampoco es algo que yo te pueda decir “no hay vuelta atrás”. En su momento dije que nunca estaría con un jugador de fútbol, porque mi hermana se había casado con uno, con Maxi... y bueno, casi me caso con un jugador. Con el diario de mañana, todos podemos hablar. Yo tampoco podía creer que no me iba a casar. No sé lo que puede pasar . Hoy sé que no. Pero ya no digo “nunca”.
–¿Los Nara y los Forlán se quieren?
–Eran dos familias que se iban a unir, así que obviamente que se quieren. Más allá de eso, mi familia siempre va a querer lo mejor para mí, y la familia de Diego va a querer que él esté bien. Es entendible que mientras la relación está bien, esté todo bárbaro en el plano familiar, y cuando todo está mal y ven que se dicen tantas cosas, ellos quieran cuidar a Diego, y mi familia cuidarme a mí.
–¿No te sorprendió que el padre de Diego haya salido a hablar de la ruptura?
–No. Yo pase muchísimo tiempo en Madrid con el papá de Diego, y diez amigos del papá de Diego viviendo en casa. Y lo conozco como a mi papá. Sé que es buen padre y quiere defender a un hijo. Pero él no lo defendió contra mí. Lo salió a defender contra lo que la prensa decía.
–Sin embargo, dijo que no lo habían invitado...
–Las invitaciones no se había repartido. El y su familia, como la mía, eran parte de la organización. El sabía y estaba al tanto del casamiento. Así que imagino que son cosas que se dicen con nervios, qué sé yo.
–Todavía tenés el vestido de novia guardado en una caja en la casa de tu hermana. ¿No tenés ganas de tirarlo como haría cualquier chica?
–No. La verdad es que no le guardo rencor a él, y tampoco le guardo rencor a un vestido que elegí para un momento unico en mi vida. Lo guardo como algo especial para mí. Jamás pensé qué hacer con el vestido.
–¿No pensaste en subastarlo? ¿Nada?
–No. También me ofrecieron cien mil cosas: subastarlo, rifarlo, etc. Pero yo no quiero hoy pensar en eso: quiero dar vuelta la página. Quiero reconstruirme como cualquier chica a la que le pasó esto. Así que no me hace bien ponerme a hablar del vestido. O de los anillos. Hay cosas que pasaron porque tenían que pasar y punto.
–¿Y tus álbumes de fotos con Diego, dónde quedaron?
–Con todo esto de Internet no es que uno imprime cien mil fotos. Me estoy mudando y obviamente uno muda lo necesario. No es que abro la puerta de mi cuarto y hay fotos. Muchas cosas quedaron en España. No voy a ir a buscarlas, voy a pedir que me las manden, pero no ahora. Y tampoco me interesa tanto: era sólo ropa.
–Estás a una semana del que sería tu boda, y vas a reemplazar a tu hermana en el Bailando. ¿Cómo cambiás el switch de la cabeza?
–Debería estar arreglando detalles de mi casamiento y estoy ensayando cumbia con Pier Fritzsche. Si me detengo a pensar en la fecha, que hoy tendría que degustar esto, o mañana hubiera probado tal cosa, no da. Dejé la relación con todo lo que eso implica. Por eso, de acá en adelante, no importan las cosas que iban a estar pasando. Encima, el tema que nos toca bailar es Fuiste mi vida, fuiste mi pasión, de Gilda. ¡Muy fuerte! Era el tema que tenía Wanda. Pero tomé una responsabilidad y voy a bailar con todo lo que eso implica. Si me decís si miro la fecha todos los días, no. Obvio que soy consciente...
–¿Y cómo hiciste catarsis con tus mejores amigas?
–Fue fuerte cuando les conté que me casaba. También fue fuerte cuando les conté que iban a ser todas mis damas de honor. Y cuando les conté que habíamos roto... imaginate. A alguna la habré llamado llorando, a otra le habré pedido que venga a casa... Son situaciones feas, horribles, y lo mejor con esto es cerrar el tema.
–¿Tuviste que amordazar a Wanda para que no saliera a hablar?
–Wanda hizo lo mejor que pudo y no la tuve que amordazar. Dijo lo que ella creía que para mí era lo mejor.
–¿Cuánto creciste en estos dos meses?
–No sé, diez años (risas). Crecí mucho, y espero que mi cara no lo represente. Siento que maduré, me choqué con una pared y que me hice mujer. Es como que la vida me dijo: “Flaca, sorry si quemaste etapas y querías ser mujer antes de tiempo”.
–¿...Curtite?
–Curtite. Vivilo. Por ahí es algo que te tiene que pasar a los treinta. Bueno, yo me quería casar a los veintidós y tengo que vivirlo ahora. Si hoy estoy acá soltera, es porque tenía que ser así.
–No sé, diez años (risas). Crecí mucho, y espero que mi cara no lo represente. Siento que maduré, me choqué con una pared y que me hice mujer. Es como que la vida me dijo: “Flaca, sorry si quemaste etapas y querías ser mujer antes de tiempo”.
–¿...Curtite?
–Curtite. Vivilo. Por ahí es algo que te tiene que pasar a los treinta. Bueno, yo me quería casar a los veintidós y tengo que vivirlo ahora. Si hoy estoy acá soltera, es porque tenía que ser así.
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